jueves, 26 de julio de 2012

¿Derecho a la vida?

Se reabre el debate sobre el aborto con las nuevas modificaciones anunciadas por el Gobierno de España, retomando de nuevo viejos lemas que defienden algo que llaman derecho a la vida. No podría ser menos afortunada la elección de esta sencilla oración como medio de persuasión. Se nos habla de los derechos de un feto inexistente, cayendo en la tremenda hipocresía que supone defender estos y no los de cualquier animal torturado o sacrificado que sí existe. Hasta bien pasados unos cuantos meses de embarazo no existe feto alguno, sino una simple conglomeración de células que después, a la larga, darán lugar al feto. Obviamente, lo que en esos momentos está dentro del útero de la madre no siente y no vive por sí mismo, sino que depende enteramente de su madre. Si hemos llegado hasta el punto de querer otorgar unos derechos a quien aún no existe, a una simple célula o forma de vida dependiente y sin sentimientos, que no subsiste por sí misma, me parece del todo hipócrita no defender los de seres vivos que sí sufren.
Y ahora, dejando de lado el tema de los animales, que tanto me enerva, intentaré hacer considerar a aquéllos que defienden el derecho a la vida si realmente lo defienden, o por el contrario, se rigen por dogmas sin cuestionarlos, cayendo en la ignorancia y el egoísmo. Cuando defendemos el derecho a la vida estamos suponiendo el derecho a una vida digna, y si hablamos de vida digna, lo es carente de sufrimientos excesivos provocados por malformaciones tempranas en el embarazo, problemas antes de que el feto sea feto. Si sabemos desde momentos tempranos, antes de que exista un feto sentiente, que nacerá un niño con problemas para una vida digna, ¿no es inmoral obligar a su madre a sufrir sus cuidados y al mismo feto a sufrir su desgracia? Si obligamos en este caso a la madre a seguir con su embarazo no defendemos el derecho a la vida, defiendes el sufrimiento. ¿Y si la madre es una niña violada, también defendemos el derecho a la vida obligándole a parir? Se me revuelve el estómago al pensar en las personas que puedan defender esto, porque no hay nada más cruel que obligar a una niña violada a tener un niño en momentos en los que no se está preparado para tenerlo, y que además, tendrá que sufrir durante toda su vida el hecho de tener un hijo sin padre, un padre que la violó y dañó su integridad moral. ¿Y si los padres no tienen los suficientes recursos como para procurar una vida digna a su hijo? Deberían pensar aquéllos que defienden un supuesto derecho a la vida en la moralidad de obligar a un niño a nacer en un hogar sin recursos y condenarlo a morir de hambre o ser dado en adopción.
¿No les parece hipócrita negar el derecho a elegir de una madre? Diré más, porque lo más hipócrita es estar en desacuerdo con el aborto y al mismo tiempo con el uso de anticonceptivos. ¿Tienen más derechos unas simples células que no tienen la capacidad de sufrir que una mujer con la capacidad de elección? ¿Tiene más derechos lo que aún no existe que lo que sí existe? ¿Estamos defendiendo el derecho a la vida obligando a vivir en familias sin recursos, con madres violadas, con malformaciones y sufrimiento de por vida? Si defienden el derecho a la vida, deben defenderla de forma digna, y ninguno de los casos que expongo son vidas dignas. Ya es demasiado tarde para seguir manteniendo dogmas seniles de sectas demacradas y salpicadas con demasiada sangre.
Si hablamos de forma centralizada en el caso español, ¿no les parece hipócrita obligar a una madre a tener un niño que aún no existe y no desea, habiéndole quitado recientemente todas las ayudas para poder darle una vida digna? Hablan de derechos de un feto que no existe, de algo sin capacidad de sufrir ni de subsistir por sí mismo, pero niegan los de un animal torturado y humillado en público ante una plaza de somnolientos neorromanos. Negar la capacidad de elección a una mujer es negar su derecho a la vida y, al mismo tiempo, negárselo a un hijo que no tendrá una vida digna. Reformar la ley del aborto supondrá el incremento de abortos ilegales tanto en clínicas cochambrosas como en sus propias casas, poniendo en peligro la vida de la madre. Si defienden el derecho a la vida, ¿por qué no defienden el derecho a la vida de una madre en lugar de algo que aún no existe? También pretenden modificar las leyes para la adquisición de las llamadas Píldoras del Día Después. ¿También hay feto el día después de mantener relaciones sexuales?
 Me creo en la suficiente capacidad de decir que estos señores y señoras que defienden algo sin saber qué es, esos ignorantes, se basan en supersticiones escritas en su libro de dogmas por excelencia: La Biblia. Debe recordárseles que este libro se compone de decenas de textos antiguos de diferentes civilizaciones, cuenta costumbres antiquísimas que han ido dejándose con el paso de los años. ¿Es moral hacer caso de un simple libro de mitos y costumbres antes que a la propia razón humana? ¿De verdad tiene autoridad un libro, y por tanto la religión que lo señala como sagrado, que habla de purificaciones obligatorias de las mujeres en período de menstruación, obligándolas a encerrarse en su casa sin contacto con nadie? ¿De verdad tiene autoridad un libro que habla de circuncisiones e inferioridad de las mujeres? ¿Tiene autoridad la Iglesia que ha cometido las mayores barbaries contra los que no pensaban como ellos? Si de verdad defendiesen el derecho a la vida, no habrían vuelto la cabeza ante el holocausto judío. Si de verdad defienden ese derecho a una vida digna pensarían racionalmente y no siguiendo unos dogmas caducados basados en mitos antiguos.
¿Vivirá dignamente un niño con malformaciones tempranas en el parto, una madre violada, una familia sin recursos, una madre que aún es una niña? ¿Es moral defender el derecho a una vida de sufrimiento? ¿Tiene derechos algo que no sufre, algo que aún no vive? Dejen sus dogmas de lado, abandonen su hipocresía y defiendan los derechos de las madres que sufren, no de las células que aún no son nada.

2 comentarios:

  1. Eso mismo digo yo siempre. Que tengo derecho a (no joderme) la vida.

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  2. Es, básicamente, lo que piensa cualquiera con dos malditos dedos de frente.

    ¡Un placer!

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