miércoles, 26 de marzo de 2014

A la atención de las Unidades de Intervención Policial, más conocidas como «antidisturbios».

 Hablo de corazón cuando digo que lamento que hayáis sido apaleados, apedreados y atacados hasta con fuegos artificiales, porque en el fondo sólo sois trabajadores. Lo siento, pero actuáis como perros falderos de un sistema corrupto. Vosotros no deberíais recibir las piedras que se os lanzan, ni deberíais ser apaleados, pero, ¿acaso sabéis por qué sucede? Sucede porque estamos hartos de ver cómo ejecutáis desahucios, obedeciendo órdenes sin hacer uso alguno de la razón. Sucede porque reprimís al pueblo que protesta por –atención- vuestros derechos. ¿No os preguntáis por qué los bomberos son ahora tan queridos, por qué en cualquier manifestación vuestra simple presencia es abucheada y la suya aplaudida y vitoreada? Es tan simple como la negación de muchos bomberos a cortar las cadenas de una vivienda que va a ser desahuciada, tan simple como vuestra falta de humanidad en comparación con ese cuerpo que sí sirve al pueblo, no a los que roban, mienten y asesinan lentamente al pueblo. Dejad de guardar las espaldas a los responsables de decenas de suicidios por desahucios, los responsables de que en este país haya niños que tienen que ir al colegio sin desayunar, los responsables de que nuestra sanidad caiga en picado, nuestra educación se vuelva adoctrinadora y para ricos, y de que cada vez haya más ricos y más pobres. Sólo sois sus marionetas, y me temo que si no dejáis de obedecer órdenes injustas, si no dejáis de servir a quienes privan nuestra libertad y recortan nuestros derechos, la ira del pueblo caerá sobre vosotros.
Miles de personas pasábamos por vuestro lado en Madrid mientras vuestros cascos no estaban en vuestra cabeza, vuestras porras estaban guardadas, y vuestra postura no mostraba amenaza alguna. Ya hemos demostrado sobradamente que nuestra intención es siempre ser pacíficos, por eso los bomberos ayudaban a controlar la manifestación de posibles radicales. Y puedo asegurar que si un pequeño grupo de ellos intentase agrediros, mientras vosotros os mostráis pasivos y demostráis proteger al pueblo, seremos nosotros mismos quienes les detengamos.
Si vuestras acciones fuesen justas no sufriríais violencia alguna, pero al parecer preferís vuestro sueldo a cambiar un país podrido. Seré muy claro: la fuerza que empleáis para apalearnos es la que os falta para negaros a las órdenes injustas, son las agallas que os faltan para dejar vuestro casco, escudo y porra en el suelo, daros la vuelta y mirar a los culpables. El pueblo no ataca por la espalda.