domingo, 3 de julio de 2011

Sobre la accesibilidad de la sabiduría

Es al leer el Libro de Job, cuando comprendes que la Biblia, como colección de libros, ni mucho menos, es sólo para beatos. Las enseñanzas del Libro de Job son semejantes a las de un cuento infantil, y es que en sus cuidadas líneas se forman preciosas metáforas que nos cuentan la vida de un hombre, Job, y con él la injusticia y la relatividad de la vida. Pero aún hay más, ya que también puede incluso tratar temas de interés filosófico. A lo largo de sus líneas, podemos apreciar como tema principal la relatividad de una vida cargada de buenos y malos momentos, de justicia e injusticia. Podemos apreciar como al pobre Job, a pesar de sus buenos actos, de ser una persona intachable, le suceden una tras otra varias desgracias, a lo que él sin duda se siente desesperado, e incluso llega a odiar su propia vida, su persona, y maldice todo cuanto puede. Es la rabia y la incomprensión de todo aquel que obra de manera inmejorable y no recibe aquello que busca, que es el placer de una vida buena. Si algo pretende mostrarnos esta obra, es que la relatividad de la vida llega hasta fines injustos en los que personas de una moral casi perfecta son las más sufridoras sobre la faz de la tierra, y de la misma manera, aquellas que se dedican al mal, reciben bienes y placer durante su vida. Aún así, a pesar de todo cuanto acontezca durante toda nuestra vida, el Libro de Job nos muestra claramente un haz de esperanza, y es que al final, todos se verán recompensados, de una u otra forma, y permitan que sea algo más subjetivo en este tema, ya que para mí, en la inexistencia de un dios, es la misma vida, el orden de las cosas, el encargado de ir intercalando los buenos y malos momentos a lo largo de toda una vida, porque sin unos no podrían existir los otros. Si no conociésemos el mal, jamás podríamos conocer qué es el bien, y viceversa. Si no pudiésemos concebir aquello que es justo, de ninguna manera podríamos conocer lo injusto, por lo que es completamente necesario la existencia de lo uno para lo otro, y en este caso, es necesaria la existencia de cada uno de los opuestos para la existencia de ambos, porque si sólo existiese uno, no tendría a que oponerse, y de la misma manera, no podría valorarse de ningún modo, ya que no conoceríamos otra forma posible. Con todo esto quiero referirme, a que tal y como en este texto se nos muestra, en la vida podemos gozar de bellos placeres o sufrir los peores males, pero ninguna de estas dos situaciones, en las que sentiremos felicidad o tristeza, serán permanentes ni infinitas, porque al igual que con el paso de los años vamos creciendo y cambiando nuestros rasgos físicos, también las situaciones van cambiando, y por tanto, se van sucediendo diferentes acciones, que pueden o no resultarnos placenteras o dañinas.
Si hablamos de lo justo y lo injusto, debemos comprender que a pesar de que muchas veces nos quejamos de lo injusta que es la vida, de por qué nos hace pasar por malos momentos si nosotros no hemos obrado de manera injusta o inmoral; la vida debe ofrecernos ambas caras de la moneda, y es ahí donde podemos encontrar la verdadera justicia. Dejen que me explique, y es que lo bello de toda una vida, son sus altibajos, sus alternaciones entre momentos buenos y malos, porque sin los unos no podríamos apreciar los otros, y es que si no tuviésemos momentos tristes, no apreciaríamos los momentos felices como merecen. Del mismo modo, es necesario que la vida nos ofrezca ambos tipos de momentos, y es que es injusto que en una vida no conozcamos alguno de ellos, y vuelvo a repetir, que una vida llena de felicidad, es completamente imposible, porque a pesar de que todos los momentos fuesen aparentemente felices, si jamás hemos conocido la tristeza, nos sentiremos igualmente tristes por no saber valorar los momentos felices por los que estamos pasando. Además, debe considerarse, y por mi parte considero, que lo bello de una vida son también nuestras propias superaciones, la solución de nuestros problemas más graves, la superación de momentos difíciles, la aceptación del fin de la vida de nuestros seres queridos, y cómo no, de nuestra propia vida. Oí hace un tiempo que pasamos media vida quejándonos de la otra media, y la verdad es que no falta razón en estas palabras, y es que no sabemos apreciar cada momento de nuestra corta vida, que sin darnos cuenta va sucediendo y acercándose a un fin necesario y no esperará a que decidamos realizar nuestros sueños, ni mucho menos, los realizará por nosotros.
Pensarán que qué tiene que ver todo esto con la accesibilidad de la sabiduría, y es precisamente esa ignorancia la que pretendo sanar en estas líneas. La sabiduría está en comprender todo cuando he dicho, dije y diré, no sólo yo, sino cualquier persona con dos dedos de frente que sepa qué es la vida, aunque sea en pequeñas dosis, y en cortas edades como la mía en estos momentos. La barrera hacia la sabiduría somos nosotros mismos, por hacer precisamente todo cuanto antes dije que no debíamos hacer, y es que si pasamos nuestra vida lamentándonos, entristeciéndonos, y quejándonos de las injusticias de una vida, sin comprender que es necesario conocer ambos extremos, jamás lograremos ni una mínima pizca de sabiduría en nuestras frágiles mentes. La sabiduría es tan accesible como queramos hacerla, tan alcanzable como queramos alcanzarla, y tan fácil o difícil como queramos verla. Hay muchos que dicen que existen verdades que no son alcanzables, que hay ideas que jamás llegaremos a comprender, y a estos les digo, ¿cómo es entonces, si dices que hay verdades no alcanzables, que sabes de su existencia? Son los escépticos, precisamente ellos, el modelo que no debemos seguir si verdaderamente queremos acceder a la sabiduría, aunque ojo, que ha de tenerse en cuenta algún factor que otro en ellos, y es que no les falta razón en aquello de saber que realmente, sabemos muy poco. Y es que, sabiduría también es comprender que no sabemos todo, que no somos poseedores de verdades absolutas, y como relativos son los momentos de nuestra vida, relativas son las verdades a ojos de todo aquel que quiera verlas. Nunca fue bueno creerse sabedor absoluto de todo cuanto existe, que no hace otra cosa, que interponer una barrera a la sabiduría, de forma en que no deje entrar a nuevas ideas y concepciones, que ni mucho menos, antes se conocían.
A menudo vemos como existen problemas que nadie puede resolver, por ejemplo, yo recuerdo un pequeño problema que una profesora durante bachillerato me ofrecía. En este problema se debía montar un triángulo perfecto con un determinado número de bolígrafos o cerillas, y tras varios intentos, me desesperaba y afirmaba que era imposible. Es sin duda un claro ejemplo de las barreras mentales que nosotros mismos nos ponemos a la hora de resolver ciertos problemas, y es que era tan simple, como hacer un triángulo en tres dimensiones, mientras todos tratábamos de construirlo creyendo que no podía construirse así, sin que nadie hubiese dicho que no se pudiese. Como este, pueden darse otros casos, y es que, a menudo acostumbramos a ponernos barreras a nosotros mismos en nuestro propio conocimiento, de forma en que no conseguimos lograr una sabiduría placentera.
Sería oportuno mencionar, que el tema escogido, aunque auguro se extienda a otros temas posibles, ha sido elegido del Libro de Job, precisamente en un apartado en el que se trata sobre la accesibilidad del hombre a la sabiduría. En el apartado de esta obra, puede entenderse que el poseedor de toda sabiduría cuanto existe es Dios, y el hombre va obteniéndola conforme pasa el tiempo y se acerca a él. Esta concepción, es sin duda platónica, en el sentido en que todo existe ya, sólo que lo hemos olvidado, y debe ir volviendo a conocerse con el paso de los años. A esto debo argumentar, que bajo mi más humilde punto de vista, no creo factible el hecho de que ya todo exista y deba ser conocido con el paso del tiempo, sino que depende del hombre el descubrimiento de lo natural y ya existente, pero también de la invención de lo que aún no existe. De este modo, considero que las cosas que existen, existen porque alguien las ha conocido alguna vez, pero debo extender ese alguien, porque existen ciertas especie naturales que se están descubriendo actualmente, y obviamente, no puede negarse su existencia anterior, por lo que todo lo que existe, y rectifico, debe haber sido percibido por algún ser vivo en algún momento. Aún así, estaría cayendo en el error, y es que la realidad no sólo está en este mundo, sino que existen otros mundos, otras galaxias y estrellas que el hombre no conoce, y sin duda, existen. Tenido esto en cuenta, debe volver a rectificarse, que todo cuanto existe, existe por sí mismo, y no porque nosotros sepamos de su existencia, del modo en que todo lo considerado existente, para existir, debe ocupar un lugar en el espacio y el tiempo.
Volviendo a lo que ya antes mencionaba, la sabiduría es por tanto totalmente alcanzable para cualquier ser humano, sólo que éste debe deshacerse de todas sus propias barreras mentales para su consecución. Cuando se consideraba que la tierra era plana, ciertos fenómenos eran inexplicables, algo que volvía totalmente locos a los investigadores de la época, cuando lo único que tenían que hacer, era liberarse de una barrera, y es que la tierra no era plana. De este modo, llegamos a otro punto, y es que las barreras que pueden interponerse en nuestro camino a la sabiduría, no sólo son barreras mentales propias, sino que también pueden ser establecidas por otros de manera dogmática, y como todo dogma, termina fallando. Es por esto por lo que debe dudarse de todo cuanto se conoce, a pesar de que pueda o no estar probado científicamente. Todo cuanto conocemos puede cambiar en cualquier momento, y de la misma manera, podemos estar equivocados respecto a ello, porque volveré a repetir que no somos poseedores de ninguna verdad absoluta. Es ya considerado normal que todo lo probado científicamente se considere totalmente válido e inalterable, y nuevamente estamos interponiéndonos una barrera a la sabiduría, porque la ciencia, al igual que la filosofía, puede estar equivocada. No debemos olvidar que la ciencia se basa en el método hipotético-deductivo, y este, sin duda alguna, tiene posibilidad de fallo, y es que en los experimentos que puedan llevarse a cabo a diferentes sujetos, pueden darse casos erróneos propios de una inducción. Podríamos ejemplificar lo que digo en el caso en que se analizara a un grupo de insectos, y tras una serie de experimentos, se pruebe que son altamente venenosos, y por tanto, su picadura, es mortal para el ser humano. De este modo, se consideraría que todo insecto existente con las mismas características, será también peligroso para el ser humano. Pues bien, pongamos el caso de que este grupo de insectos había estado previamente expuesto a la radiación de una central nuclear, y es esto lo que explica una pequeña mutación que origina el veneno mortal. Obviamente, se comprueba que sólo ese grupo de insectos es mortal, pero no el resto de ellos. Con este ejemplo, quiero dejar patente que la ciencia puede equivocarse como cualquier otra doctrina, y seguirá siendo así, porque es imposible experimentar con todo lo existente en la tierra para comprobar las teorías en un su totalidad. De esto ha de concluirse que nada es seguro y todo es probable, que debemos dudar de todo lo establecido, y liberarnos de todos los pensamientos, incluso partir desde cero, para la consecución de una sabiduría real, aunque claro está, teniendo en cuenta los logros de otros, que siempre nos serán de gran ayuda, bien para no caer de nuevo en el mismo error, o bien por que son acertados.
A menudo se conoce la sabiduría como saber un poco de todo, y lo cierto es que esta concepción no es del todo acertada. La sabiduría, siempre bajo mi punto de vista, consiste en saber comprender lo que sucede, aceptar la vida tal y como es, y en conclusión, saber vivir una vida lo más ordenadamente posible con nosotros mismos, y con los demás. Por sabiduría entiendo también el arte de poder enseñar a otros a vivir sabiamente, y es que un sabio debe ser capaz de enseñar a ser sabios a otros. Un sabio es aquel que supera las dificultades de su vida, el que aprovecha al máximo sus placeres, el que vive el hoy, y no el ayer ni el mañana, pero sí tiene en cuenta lo que sus acciones puedan procurarle al mañana, porque un sabio, no sólo se considera a sí mismo, sino que considera a los que conviven con él y los que vendrán después, que dependiendo de lo que él haga en ese momento, dejará uno u otro mundo a posteriores generaciones. Por sabio debe entenderse aquel que reafirmaría su vida, y aceptaría repetirla una y otra vez sin ningún tipo de duda, y es aquí, donde ya habréis notado una clara influencia de Nietzsche, y es que su concepción de übermensch, o superhombre, es totalmente acertada para la felicidad de los hombres. Si un hombre pretende ser sabio, debe aprender también a ser feliz bajo toda circunstancia, a lo que debo añadir a Ortega y Gasset con su conocida cita “Yo soy yo y mis circunstancias”, algo que podría entenderse como que un hombre es lo que es debido a todos los actos que comete, cómo los comete, y por qué los comete. Si no se vive placenteramente, si se está constantemente lamentándose por unas u otras cosas, no tendremos tiempo suficiente para la consecución de una sabiduría lapidada por nuestra tristeza. El triste no es sabio, y es que el sabio valora toda su vida tal y como es, aprende de sus errores, supera los males, y disfruta los placeres.
No entendamos erróneamente mi concepto de sabio, y mucho menos, nos echemos las manos a la cabeza al leer que un triste no puede ser sabio, porque hemos de tener en cuenta, que un triste, será alguna vez feliz, si realmente, pretende ser sabio. Debe comprenderse de la misma manera, que cualquiera es capaz de acceder a la sabiduría, y nadie debe, bajo ningún concepto, interponerse entre un hombre y la sabiduría. En tanto que la sabiduría es procuradora de felicidad, y la felicidad hace llevadera la vida del hombre, todo hombre tiene derecho a la sabiduría, porque ningún hombre merece ser castigado con la ignorancia y el sufrimiento vitalicio. Esto me lleva a un nuevo apartado de nuestra vida, y es que los sistemas judiciales impiden a los hombres ser felices por actos que cometieron en tiempos pasados. Primeramente, he de confesar que nunca he sido partidario de las penas de cárcel para ningún tipo de delito, y es que soy mucho más partidario de medidas educativas en las que se refuercen las carencias del delincuente. Podría explicarse del modo en que, si un ladrón es encarcelado, el hecho de estar entre rejas durante largos períodos, no hará del ladrón una persona feliz, sino alguien desgraciado que no puede ver con normalidad a su familia, y está continuamente rodeado de gente con la que posiblemente, no desearía estar. De este modo, si su delito es el robo, su cometido será, primeramente, la devolución integra de todo cuanto robó, y seguidamente, sería incluido como voluntario forzado en planes de repartición de bienes entre los más necesitados. Con este ejemplo, pretendo hacer ver que un castigo físico o emocional no es la solución para ningún tipo de delito, sino que debe educarse a todo aquel que no sepa como actuar, o haya actuado mal. Por supuesto, y como no podría ser de otra manera, es también necesario que se perdonen los errores que han podido cometerse, y no pagarlos eternamente, sino hasta que hayan sido correctamente rectificados. Mucho menos aún, aprobaré jamás, la pena de muerte, que niega toda sabiduría, y por tanto, niega al propio ser humano, convirtiéndolo en un ser sin sentimientos que no conoce el perdón, y se cree poseedor de la capacidad para dar o quitar la vida sin más, y sólo por actos por los que, seguramente, después, tras una correcta reeducación, estos infractores se arrepentirían profundamente.
Como vemos, existen muchas formas de identificar la sabiduría bajo mi punto de vista, y del mismo modo, pretendo ir haciendo ver que la sabiduría está más cerca de lo que nadie puede imaginar, que está en nuestras propias manos, y no hay más que querer verla y aceptarla como tal. Deshaciéndonos de viejas creencias que afirmaban que no podíamos saber todo cuanto quisiéramos, y es que está más que demostrado, que el querer es poder, y la ilusión de un ser humano, puede llegar a conseguir metas insospechadas.
Por otra parte, si queremos acceder a la sabiduría, primero debemos considerarla como se merece, y dejar atrás vicios y deseos que responden a la codicia terrenal. Con esto me refiero a que habitualmente nos preocupamos por objetos varios como el dinero, las joyas, u otras cosas como la fama y el reconocimiento, que no procuran felicidad sino preocupación a largo plazo, y no son sustituto de la sabiduría, la cual prescinde de ellas y hace galas de su autonomía. Es a la sabiduría a la que debemos buscar, y no a la riqueza, que no nos hará felices por más que algunos se esmeren en defenderlo. Se conocen hombres ricos pero solos y tristes, que a pesar de estar acompañados por sus automóviles de alta gama, sus joyas, y sus grandes cantidades económicas alojadas en sus propias cajas fuertes blindadas dentro de sus mansiones, carecen de amigos, carecen de sabiduría, y por el hecho de haber estado guiados durante toda su vida por sus tutores, no conocen el dolor, y por tanto, no conocen la vida, hasta el punto en que, el día en que el dolo llegue, no sabrán como soportarlo, y serán capaces de negar su propia vida. Será ese día, en que comprendan que todas sus posesiones no valen para nada, si la vida, en su relatividad, decide darte una mala temporada. De la misma manera, cabe ejemplificar con algo mucho más colectivo, y es que la sabiduría mundial se está viendo cegada por el dinero, algo que por si solo carece de valor. Quiero referirme a que en los tiempos en que vivimos, damos más importancia a este dinero que a cualquier otro tema relacionado con la vida en nuestro propio planeta, es decir, a la protección de nuestra propia casa, y es que en un afán de facilitar nuestras vidas, estamos destruyendo de manera incontrolada nuestro planeta. A esto, recuerdo una famosa cita que al parecer es un viejo proverbio de los indios americanos. En él decían algo así como que cuando el último árbol haya sido cortado, el último río secado, etcétera, nos daremos cuenta de que el dinero no se puede comer. Trato este tema, que al parecer no tenga demasiado que ver, porque el egoísmo incontrolado y la codicia por el placer, hace imposible el acceso a la sabiduría, que sin duda, no está en destruir nuestro propio hogar.
Si ya antes hablábamos de opuestos, hablaremos también ahora de uno en particular, de la ignorancia en relación a la sabiduría, y es que está bastante extendido, incluso entre varios filósofos, que la ignorancia da la felicidad, algo que sin duda, es incierto. Son muchos los que sostienen que ignorar los problemas de la vida nos da felicidad, pero creo firmemente, que si realmente miran en su interior, se darán cuenta inmediatamente de que es imposible apartar la mirada de cualquiera de nuestros problemas, que sin duda, merecen una solución, y mucho menos, de problemas mundiales como puede ser el hambre o la guerra, que podrían habernos tocado, quizás nos tocaron, o nos tocarán algún día. El que se limita a ignorar todo cuanto no le agrada, no es más que alguien que reniega de la sabiduría, y por tanto, alguien que no puede conocer la felicidad. Nuevamente ha de tenerse en cuenta, que si haces caso omiso de todo lo dañino, no sabrás de sus dimensiones, y por tanto, no estarás preparado para su sufrimiento en el momento en que sea necesario, que lo será, por las relatividades de la vida. Por esto, la ignorancia de los problemas no es más que lo que suele decirse como pan para hoy y hambre para mañana, y por consiguiente, una postura poco sabia.
Es también corriente ver como cierta gente rechaza a los sabios por sabios, mientras lo que realmente ocurre, es que tienen envidia de no poder alcanzar su misma sabiduría. Pero esto no es así, y como ya dije antes, cualquiera es capaz de alcanzarla, y la única barrera que ellos se interponen, es la propia envidia y el ansia exagerada que nos les deja ver con claridad, sino que les hace distorsionar la realidad y acelerar procesos que deberían ser lentos, no con un buen fin. Además, en la presencia del opuesto directo a la sabiduría, como es la ignorancia, es imposible que esta pueda conseguirse, que de ningún modo será factible bajo la envidia.
No puede hablarse de sabiduría sin hablar de educación, y es que la base de toda sabiduría está en esta, que debe ser ofrecida de forma correcta a todo ser humano, algo que lamentablemente, aún no hemos conseguido, ni llevamos el camino correcto para conseguir. No es posible ser sabio sin conocer la escritura o la lectura, porque si en algún sitio es donde debemos mirar primeramente para aprender de nuestros errores, es en el pasado, y el pasado está escrito, y de la misma manera, debemos dejar constancia de nuestros errores a generaciones posteriores que puedan leer nuestros textos y aprender de nuestros logros. La alfabetización es la base, pero no el todo de la educación, y es que la educación son valores, pero unos valores que deben facilitarse de una forma objetiva en que los alumnos puedan elegir los que consideren o no correctos. Si de algo se caracteriza la sabiduría es de poder elegir lo que se cree correcto, y por tanto, la dogmatización de la educación hasta el punto en que se ofrezcan unos valores cerrados y pactados por las diversas culturas y grupos sociales, estaría privando de sabiduría a todos los alumnos que la recibiesen. De este modo, debe educarse de una forma ordenada en la que se muestren las diferentes posibilidades que existen en el mundo, ya sean ideologías, sistemas económicos, culturas, costumbres, y todo lo posible, hasta el punto en que sea el alumno el encargado de elegir su personalidad, y no forje una personalidad impuesta por el lugar donde ha nacido, o el colegio al que asiste. En la libertad de elección está la sabiduría, y la libertad requiere una gran dosis de respeto, de tolerancia y de responsabilidad que son conseguidas por la propia sabiduría. Es extraño, pero a su vez, la libertad facilita también la sabiduría, por lo que nos encontraríamos ante una pescadilla que se muerde la cola, sin saber qué sería antes, si la sabiduría, o la libertad. Considerando todo esto, se entiende que es indispensable que una persona sea libre para elegir su propia personalidad para conseguir la sabiduría, y es que es imposible ser sabio sin forjarse una personalidad propia, ya que si nuestra personalidad no fuese más que un calco impuesto por una sociedad, no tendríamos capacidad de objeción, no dudaríamos ni cuestionaríamos, no seríamos un espíritu crítico.
Llegados a este punto, el sabio debe ser crítico con todo cuanto le rodea, y no debe conformarse con nada cuanto se le ofrece, sino que de forma respetuosa debe intentar mejorar lo que ya existe hasta el punto en que pueda facilitarse la comprensión o la utilidad del objeto o idea en cuestión. Si una persona es capaz de mantener una postura crítica antes diversos aspectos de la vida, como diferentes políticas de diferentes gobiernos, o diferentes acciones de otras personas, e incluso las suyas, será capaz de alcanzar una sabiduría plena. Es importante, y necesario también, que además de la capacidad crítica con el entorno, también seamos críticos con nosotros mismos, que aceptemos y corrijamos nuestros errores, y que si estábamos equivocados, no tengamos ningún reparo en reconocerlo, porque si hay una forma de aprender para llegar a ser sabio, es equivocándose, que es el menor riesgo a correr cuando tratamos de comprender todo cuanto nos rodea. Debe dejarse claro, que una postura crítica no es aquella en la que se desprestigia o ataca a otros por la incorrección de sus ideas, e incluso porque a nosotros no nos parezcan correctas, sino que una postura crítica correcta es aquella en la que tratamos de completar o corregir ideas de otros, o las nuestras, sin intención de desecharlas o desmoralizar a su creador. Está demasiado extendido el hecho de que el que se cree sabio, critica por doquier todo cuanto no le parece correcto, y que a pesar de que pudiese tener razón, está obrando incorrectamente, porque cuando ataca a otros por sus errores, ha olvidado que él también los cometió, e incluso puede estar cometiéndolos, y que otro sabio refute todas sus teorías en un futuro no muy lejano. Además, debe tenerse en cuenta, que el sabio respeta y tolera, mientras que si un supuesto sabio ataca a otros por sus ideas, no es realmente un sabio, sino un ignorante que se ocupa de todo menos de ser una persona de carácter aceptable.
Entraré ahora en el punto más conflictivo de lo que será este texto en su totalidad, y es que no puedo dejar de ser subjetivo en cuanto me pongo a escribir todo cuanto sea posible. Considero necesaria, para una correcta accesibilidad a la sabiduría, y su consiguiente consecución, una liberación de todos los dogmas existentes para una persona, es decir, de todo pensamiento impuesto y, por tanto, no elegido voluntariamente. Como ya dije antes, todo aquello que se impone a una persona, niega toda sabiduría al negar su libertad de elección, y por consiguiente, su capacidad para razonar acerca de qué elegir. Por esto, y sabiendo que todas las religiones son dogmas, deberán rechazarse todas las posibles formas de religión y todas las creencias en cualquier deidad, ya que, según mi punto de vista, nublan cualquier intento de sabiduría. Explicaré mis razones a esto, y es que, la creencia en un dios todopoderoso, es una barrera a la sabiduría del hombre, ya que como se dice en el Libro de Job, se considera a Dios como único conocedor de todas las cosas, y el hombre, al ser inferior a este, no puede acceder al conocimiento completo. Al imponer dichos pensamientos a cualquier hombre, este abandonará toda intención de sabiduría, al considerarla una tarea imposible y sólo digna de un dios. Además, una religión establece lo correcto y lo incorrecto según unos valores establecidos de determinadas maneras en un pasado. Ante esto, los ejemplos son claros, y es que si bien hay religiones que consideran normal la ablación del clítoris de las mujeres, otras el casamiento de las hijas a los quince años en matrimonios de conveniencia, y otras la persecución de los llamados infieles durante siglos, estos valores impuestos son incorrectos bajo mi punto de vista, y por tanto, son dogmas no válidos en tanto que se contradicen entre sí, e incluso se atacan mutuamente en defensa de su nula validez. Todo dogma niega la sabiduría, la cual precisa de la libertad de conciencia, y por tanto, estar libre de credos religiosos que puedan llevar al fanatismo inmoral. Las religiones no respetan, atacan, y nunca considerarán validas sus contrarias, creyendo siempre su validez por encima del resto. Por esto, las religiones no son nunca sinónimo de sabiduría e impiden su acceso, ya que si algo es un hombre sabio, es alguien que respeta y tolera todo cuanto existe, y bajo ningún concepto, se cree superior, sino igual a pesar de cualquier condición posible, y es que no existen razas posibles, sino sólo una, la humana. Y cuando digo esto, debe añadirse también un respeto por el resto de los seres vivos, que sin duda es también sinónimo de sabiduría, ya que aquel que no tenga en cuenta que todos los seres vivos son necesarios para la existencia de vida en el planeta, estará negando la sabiduría. Es más, para todos aquellos que se divierten con el maltrato injustificado a los animales, habría que decirles claramente, que la única especie sobre la faz de la tierra que no es necesaria para la cadena alimenticia, y que por tanto, no es necesaria para la existencia de vida, es la del ser humano. Con esto, debe comprenderse también que somos una especie más, que no somos dueños de todo cuanto vemos, y que debemos ser más humildes, de modo en que podríamos no haber  existido, y al tenerlo en cuenta, al saber que somos uno más, estamos haciendo gala de una sabiduría que suele ser ocultada tras un manto de egoísmo y egocentrismo.
Hay también quienes identifican la sabiduría con determinadas ciencias, con la filosofía, la matemática u otros saberes, pero todos ellos se equivocan al mismo tiempo en que están en lo cierto. Ninguno de los saberes existentes es la sabiduría como tal, pero sí todos ellos, en su conjunto, son sabiduría, y es que es necesario primeramente comprender, que independientemente de en qué nos especialicemos, es necesario que otros se especialicen en el resto de materias, y no por ello, son menos ni más sabios que nosotros diferenciando el tipo de saber. Con esto quiero decir, que ni la filosofía, ni la ingeniería, son ninguna más ni menos que la otra, y que ninguna de ellas es el saber en sí, sino que ambas son necesarias, como el resto, para una sabiduría plena. La sabiduría necesita de la interacción con otros, y de esta interacción deben conocerse diferentes posturas y especialidades en las que se comprenda que todos somos necesarios, con todo nuestro saber, para hacer posible una sabiduría colectiva. Y en esta sabiduría colectiva es necesaria la relación de los seres humanos, que si no han sabido interactuar con otros, no serán capaces de mantener posturas críticas ni de elaborar sus propias personalidades, ideas o concepciones, ya que se precisa de un contraste con otros para la posible elaboración de los caracteres de las personas. A esto, cabe advertir que actualmente estamos encaminados a un agujero sin fondo en el que la sabiduría, y por tanto, la accesibilidad a ella, se va haciendo más y más difícil a medida que avanzan ciertas tecnologías, y es que, a pesar de que muchas de ellas facilitan el aprendizaje, otras se limitan a mermarlo. Las conocidas videoconsolas, o los juegos de ordenador, son los principales responsables actualmente de que los niños no salgan a la calle con sus amigos, algo que resulta altamente peligroso, ya que estos no interactúan con otros niños de su edad, no contrastan ni tratan ningún tema con otros, y esto puede llevarles incluso al fanatismo de sus propias ideas.
La accesibilidad a la sabiduría no depende de la carrera que elijamos hacer, ni de los libros que podamos leer, o las notas que consigamos obtener, sino que se encuentra en comprender lo que hacemos y por qué lo hacemos, en que lo hagamos libremente y sin imposiciones de ningún tipo, que nos sintamos identificados con lo que hacemos, y realmente nos guste todo cuanto aprendemos. Si todo esto se cumple, no habrá barrera posible, haciendo uso de la interacción con otros, de conseguir la sabiduría perseguida por el hombre, pero ahora bien, ha de tenerse cuidado con las razones por las que se pretende conseguir esta sabiduría.
No es motivo de acceso a la sabiduría el que una persona pretenda ser más que otra, y es que ya se ha dicho anteriormente, el que se cree mejor que otro por el simple hecho de saber más, es realmente un ignorante, que en su creencia, no comprende lo poco que sabe, y que seguramente, otros sepan más que él. Por esto, la accesibilidad a la sabiduría será posible siempre que las intenciones no estén nubladas por la codicia o el egoísmo, que en este caso, impedirá el desarrollo de una sabiduría que precisa de la humildad y la autocrítica.
Algunos podrán objetar que no sirve ser sabio durante una vida si después todo se perderá en la muerte, y es que estas gentes están atemorizadas por la llegada de su fin, a lo que sin duda contestaré en palabras de Epicuro de Samos, que sabiamente dijo que no debíamos temer a la muerte, ya que cuando ella está, nosotros ya no estamos, y por tanto, no la sentimos, ya que la muerte, precisamente, es no sentir nada. Además, deben tener en cuenta que la vida tiene un fin, pero no deben atemorizarse por ello, sino que debe ser razón de peso para que aprovechen su corta vida en cosas de provecho, tales como la sabiduría, que les permitirá la felicidad y una vida placentera.
Platón sostenía que para alcanzar la Idea de Bien, era necesario estudiar una serie de años en diferentes doctrinas, y que sólo los filósofos encaminados a la vida política, que eran previamente elegidos, podían alcanzarla. Pues bien, para mí esto es algo incierto, y es que no es necesario especializarse en múltiples materias para alcanzar una idea, o en nuestro caso, la sabiduría, porque en ella el papel más importante lo juegan nuestras propias experiencias, que van haciéndonos comprender los diferentes aspectos de la vida. Además, la selección de personas para encaminarlas a diversas materias, es sin duda una negación a la sabiduría en tanto que se niega nuevamente la libertad de elección del ser humano, que sin su libertad, la cual le hace hombre, sería más animal, ya que sería igualmente domesticado según unos dogmas establecidos.
En otro orden de cosas, y volviendo al Libro de Job, Job pasa por diferentes estados de ira y comprensión dependiendo de lo que le va sucediendo, y podríamos identificar a Dios con la sabiduría, por ejemplo en el fragmento en que éste se aleja y el mal se hace con el poder, que igualmente sería válido para la sabiduría, ya que en una negación de ésta, cualquier acto inmoral podría aparecer de forma dañina para el ser humano, y es que en su condición de animal egoísta, el hombre podría llevar a cabo actos de un calibre insospechado con el fin de satisfacer sus placeres sin tener en cuenta al prójimo. Y nuevamente, podemos ver identificado, en los actos inmorales, al Leviatán, que no es más que una metáfora para identificar la carencia de razón del hombre, llevándolo hasta el punto en que pudiese realizar determinados actos en contra de su propia especie, siempre para conseguir placeres propios.
Si bien la filosofía, por si sola, no comprende toda la sabiduría, sí nos facilita su accesibilidad, y es que al contrario que el resto de saberes, la filosofía se ocupa de facilitar la vida al hombre, y entre sus cometidos, el de hacerle comprender todo cuanto le rodea, y por tanto, hacerle feliz. Aún así, no es correcto que muchos filósofos critiquen duramente a la ciencia, por ejemplo, por no ocuparse de asuntos vitales para el hombre, ya que es la ciencia la que nos facilita también nuestra vida, aunque de otro modo. No tiene sentido criticar a la ciencia en general, ya que si no fuese por su existencia, no conoceríamos la medicina y los avances tecnológicos que posibilitan una vida más llevadera para el hombre. Por otra parte, los científicos también critican duramente a los filósofos, sosteniendo que estos se limitan a perder el tiempo buscando soluciones abstractas que no pueden ser comprobadas. Pues bien, he de recordar que ya con anterioridad comenté que la ciencia también puede equivocarse, es más, se equivoca, y se ha demostrado a lo largo de los años, que al igual que la filosofía, la ciencia ha recibido diversas refutaciones, y seguirá recibiéndolas. Además de esto, decir que la filosofía carece de utilidad es negarse a uno mismo, negar tu propia razón, y por consiguiente, la sabiduría. Al igual que todos los demás saberes, la filosofía es imprescindible en el curso del mundo, y no es la filosofía, de ningún modo, inservible o inútil, sino que es este saber el que tiene el deber de encaminar al resto de saberes, de un modo u otro, según los tiempos que corran. Es la filosofía la que debe poner los límites de la moralidad, y es que es ella la que la estudia. Si no existiesen unos límites establecidos por la filosofía a la ciencia, y en este caso, de filosofía moral o ética, las ciencias avanzarían descontroladas en inventos y avances que podrían incluso perjudicar al hombre. Sobran los ejemplos, y es que la ciencia se ha dedicado en los últimos años a avanzar tecnológicamente en armas de destrucción, algo que no debe permitir la filosofía, que sin duda no permite, y si aún así sigue haciéndose, no queramos imaginar qué sería de nosotros ahora mismo si no existiese la filosofía. Si la vida del mundo depende, en cierta manera, de la medicina y sus avances para la curación de enfermedades, de la misma manera, puede decirse que también el mundo depende de la filosofía. La explicación es sencilla, y es que es la filosofía moral o ética, la encargada de facilitar al hombre unos límites en los que forjar su propia personalidad, le enseña el camino de lo justo y lo injusto, y por tanto, facilita tu interrelación con el resto de seres humanos. Por esto, si no se facilitara una interrelación entre los hombres, si no se comprendiera a través de la ética que el trabajo en equipo da mejores resultados que el individual, sin duda la humanidad estaría perdida y atrasada en el tiempo. No debemos tampoco olvidar, que fue el hombre el creador de todos los saberes, y al igual que ideó la ciencia para los avances tecnológicos, la medicina, la astronomía, etcétera, también ideó la filosofía para facilitar su camino hacia la sabiduría. A menudo se ven rivalidades entre los llamados de la rama de ciencias y los de la de letras, algo absurdo y en contra de todo principio moral. Si es ya de gravedad que los encargados de la rama científica ataquen a sus compañeros de la rama de letras, es aún de peor gusto que los mismo filósofos ataquen a los científicos, porque si algo estudian en sus carreras, es precisamente el respeto y la tolerancia como valores primordiales, algo que después parecen olvidar en una encarnizada lucha por intentar elevar su saber por encima del resto, algo que de nuevo, da muestras de su escasa sabiduría, y por tanto, denota de un erróneo planteamiento en su filosofía.
Finalmente, puede concluirse de todo lo anterior que la accesibilidad de la sabiduría está únicamente condicionada a la propia mente del hombre siempre que no se le hayan impuesto unos dogmas a seguir, y que cualquiera es capaz de alcanzar la sabiduría si lo deseara, de modo en que esta le proporcione el entendimiento suficiente como para llevar una vida placentera y cargada de felicidad. Si bien la filosofía no es la sabiduría, sí es capaz de facilitar el camino hacia ella, pero no por ello es mejor saber que ninguno de los otros, luego ha de tenerse en cuenta que el resto de saberes se ocupan de otros temas, que sin duda alguna, son también necesarios para el hombre, y que sin ellos, la existencia de filosofía sería absurda.
En cuanto al Libro de Job, extraigo que su autor pretendió en todo momento mostrar la realidad de una vida relativa, una vida cargada de buenos y malos momentos, de justicias e injusticias, pero repito, todos los opuestos necesarios para la existencia de si mismos, y todo hombre ha de pasar por cada uno de ellos para aprender a valorarlos todos de forma correcta. A pesar de que es inevitable que la vida nos brinde malos momentos, sí es cierto que la persona que hace el bien, aún habiendo sufrido como ninguna otra, podrá ser después recompensada con su propio reconocimiento, y quizás el de los demás. El obrar bien, de todos modos, no ha de ser con intención de ser recordado, sino que debe hacerse por simple gusto o deber moral. Así, cuando alguien dedica su vida a las buenas acciones, no tendrá razones para la tristeza, sino que deberá estar orgulloso de todas las acciones a lo largo de su vida. Si algo nos enseña también esta obra, es que a pesar de que cometamos errores, por muy graves que sean, el ser humano merece el perdón, y si algo ha de tenerse en cuenta, es que cualquiera puede cambiar, y el deber de la humanidad es ayudar a que ese cambio sea para mejor. En palabras de Sócrates, podemos decir que la justicia es bella, y un castigo correcto, en tanto que es justicia, será también bello, por lo que aquel que obre inadecuadamente, recibirá algo bello en su juicio, y no deberá de ningún modo, estar entristecido por ello. Y teniendo en cuenta lo recibido, será su deber rectificar en sus errores, de modo en que en un futuro próximo, será capaz de olvidar sus actos incorrectos, dejando paso a la felicidad por lo bien hecho.
Poco más hay ya que decir, sino que la accesibilidad a la sabiduría depende de cada uno de nosotros, primeramente, de que queramos o no alcanzarla, algo que no debería ni siquiera cuestionarse si un hombre pretende ser feliz durante su vida. Y seguidamente, que la sabiduría no es conocimiento masivo de grandes cantidades de información, sino que la sabiduría comprende la aceptación y respeto de todos ellos, por más que no puedan gustarnos, y nos enseña a vivir plácidamente durante nuestra corta estancia en la tierra, teniendo siempre en cuenta el bienestar del resto de seres humanos, ya que el bienestar de todos ellos, podrá lograr el bienestar propio, y nunca al contrario, teniendo en cuenta que el egoísmo por el bienestar puede llevarnos a modos poco éticos para su consecución que podrían dañar al resto de la humanidad. El ser humano se diferencia del resto de animales por su razón, y por esta razón el hombre es libre, que no olvidemos, es condición de la humanidad, por lo que la negación de la libertad sería una negación a la propia humanidad. El hombre no está condicionado por ninguno de sus instintos, al igual que los animales, que faltos de razón, acometen sus acciones de un modo irracional y fijo, según los ordenes naturales les dictan. Somos capaces de elegir todo cuanto queremos o podemos hacer, y por esto debemos hacer uso de nuestra capacidad única, y dejar de comportarnos dogmáticamente, negando nuestra propia esencia, para dejar paso a la cordura y el raciocinio propio de un ser humano, de modo en que seamos capaces de alcanzar la sabiduría, y con ella, una cordialidad de todos los seres humanos en la que olvidemos rivalidades absurdas y abstractas y comprendamos una verdad absoluta que no necesita ser demostrada, y es que, a pesar de nuestras diferencias, nuestras diferentes personalidades, nuestro color de piel, nuestro sexo, nuestra orientación sexual, o cualesquiera mil y una diferencias más, si hacemos gala de nuestra sabiduría, todos somos seres humanos, y por tanto, de nosotros depende nuestra supervivencia, y cuando digo de nosotros, digo por extensión de nuestra sabiduría, que si estuviésemos bajo la ignorancia, no llegaríamos más que a nuestra propia destrucción. Ahora bien, ¿es hoy, teniendo en cuenta todo lo que he expuesto antes, el hombre sabio?

3 comentarios:

  1. He habilitado los comentarios para que cualquiera pueda escribir sin necesidad de tener una cuenta en Blogger. Si vais a trollear os lo podéis ahorrar, primero los modero. Y obviamente, quien haya puesto que no entiende nada, si no es un troll, puede comentar para que le explique lo que no entienda. Gracias por leerme.

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  2. oye tu estas estudiando filosofia no? porque escribes sobre cosas que estan muy relacionadas con ella, estoi en 1 de bachiller y la verdad esque me cuesta un poco esta asignatura algun consejo? por cierto me gusta mucho tu blog y los leo a menudo

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  3. Si, estoy ahora mismo en 2º de Grado en Filosofía. Muchas gracias por leerme, de veras. Si necesitas ayuda, puedes ponerte en contacto conmigo: _elzer@hotmail.es

    Un saludo.

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