Un leve atisbo de luz
entra por mi ventana, la oscuridad me rodea. Todo se tiñe de negro y está
borroso, no llevo puestas mis gafas. Mis pies están helados y mi cama se me
hace grande. Se oye el crujir de muebles y paredes, todo está en completo
silencio. Oigo mis propios pensamientos, ellos no me dejan dormir. Oír de vez
en cuando el paso de los coches por una calle cercana me hace recordar que
estoy despierto. Cuando consigo dormir imagino un mundo diferente. Cuando sueño
lo hago con aquello que deseo, pero el despertar es más doloroso que una larga
pesadilla. Todo está al revés. Mi corazón ha perdido fuerza y noto un intenso
dolor en el pecho. En mi estómago ya no hay nadie, sólo yacen mariposas
muertas. Algunas veces quiero llorar y no puedo, otras quisiera contenerme y no
lo consigo. Ya dí la vuelta a mi almohada, estaba demasiado mojada. Caen
lágrimas frías, ya no hay calor en mi cuerpo.
Esperaré a que amanezca
de nuevo, eso hará que la oscuridad se vaya. Conseguirá que mis pies se
calienten, pero no que mi cama se complete. Ya no habrá silencio, el ruido de
la vida me impedirá oír mis pensamientos. Por la mañana pasarán más coches por
esa calle, pero mi corazón no ganará fuerza, ni desaparecerá ese dolor en el
pecho. Tampoco revivirán las mariposas. Todo seguirá igual de borroso, no
quiero ponerme las gafas.
el corazón siempre estará vacío, es ley de vida... besos!
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