miércoles, 21 de diciembre de 2011

En nombre de la civilización

     Todos los españoles sentimos orgullo al decir que fuimos nosotros los responsables de la conquista de América, y tras nosotros, una serie de potencias europeas que fueron colonizando, una a una, todas las tierras americanas. Dijimos querer civilizar unas tierras perdidas, modernizar a sus habitantes, educar a la población y proporcionarles una religión. Fue, en nombre de la civilización, cuando decidimos alterar la paz de los pueblos indígenas, obligarles a convertirse a nuestra fe, aprender nuestro idioma, y a trabajar para nosotros. Nosotros, los europeos, los civilizados, con la bandera de conceptos mayores que cualquiera de nuestras mentes lograse comprender, quisimos imponer nuestras costumbres, y en algunas ocasiones, nos limitamos a masacrar a la población.
     Es importante, previamente, conocer qué puede o no considerarse civilizado. Grosso modo, entendemos por civilizadas aquellas poblaciones que poseen una cultura, unas costumbres y unas creencias. Si esto es así, no me cabe la menor duda de que los indígenas americanos eran civilizados. ¿Con qué razón, entonces, pretendimos civilizar a unas gentes ya civilizadas? La respuesta es más que obvia. Los europeos, autoproclamándose dueños de todo cuanto desearan, decidieron que su cultura era en todos los aspectos mejor que la de unos pueblos en tierras lejanas.
     Una persona no es civilizada sólo por poseer una cultura y una religión, en absoluto. Civilizado debe comprender la capacidad de la persona para convivir en sociedad con otras personas diferentes a ésta, y ha de subrayarse esta última parte. Sí, civilizado comprende ser tolerante y respetuoso con todas las posibles diferencias entre las gentes del mundo. Claramente, con estas últimas aportaciones al concepto de civilizado, debe revisarse quién jugó el papel civilizado en la conquista de América. Si por misión civilizadora se entendió la explotación de las tierras, riquezas, y gentes del nuevo continente, es obvio que erramos.
     Nosotros, que nos consideramos civilizados, aún hoy, de la mano de las maltratadas tierras de EEUU, consideramos superior nuestra cultura e imponemos nuestras costumbres a otras poblaciones. Maltratamos también al continente africano hasta que exprimimos hasta la última gota de riqueza de sus tierras, y ahora, nos dedicamos a explotar a sus gentes con trabajos penosamente asalariados que sirven para vestir a los acomodados, acuñados primer mundistas. No puede ser mayor la hipocresía de nuestros actos, tanto en el pasado como en el presente, y me temo que si nadie sigue sin hacer nada, también en el futuro. Cansa escuchar que la razón por la que se comienza una guerra es en nombre de la paz, porque no hay contradicción mayor y más absurda. Toda guerra tiene intereses detrás, como toda compra o venta los tiene, porque al fin y al cabo, quien gana la guerra, es quien se apodera de la riqueza de las tierras en que se combate.
     Nos llamamos civilizados, sociedades desarrolladas, nos enorgullecemos de nuestras capacidades, de nuestra tecnología, pero al parecer, se nos olvidó avanzar de forma moral. Civilización no es tecnología, y ni Europa, ni EEUU, están hoy civilizadas. Aquellos que se dedican a menospreciar culturas ajenas, tratar de cambiarlas, y ocupar sus tierras en pro de una falsa paz, son inmorales, y la moralidad, es condición más que necesaria para considerarse civilizado. Los intereses son producidos por el egoísmo, y el egoísmo no es siquiera propio de los animales más antiguos.  Nos jactamos o criticamos las costumbres ajenas como si fuésemos conocedores de la verdad y el resto del mundo estuviese equivocado, y lo más cierto, es que no hay verdad. Los intolerantes no son civilizados, nosotros no somos civilizados. Tolerancia ejemplar es la que muestran los animales más salvajes en la diversidad natural de la fauna, pero no los humanos, sectarios, separados y ordenados según estúpidas directrices de terreno, que no usan mayor justificación que absurdas diferencias físicas causadas por la adaptación natural en la evolución del hombre. Si no somos capaces de ver la igualdad de todas las gentes del mundo, y eliminar las diferencias, no somos civilizados.
     Vivimos en amplias ciudades, cada día más alejados del contacto humano y facilitando nuestras vidas por tecnologías cada vez más avanzadas, pero no somos capaces de avanzar en nuestro pensamiento. Dedicamos nuestra vida a vivirla bien, y no nos importa lo más mínimo el daño que podamos causarles a otros con nuestros actos, es más, tampoco tenemos en cuenta la gravedad del daño a la propia naturaleza, que nosotros mismos, estamos causando con nuestra excesiva comodidad, y que tarde o temprano, pasará factura a nuestros descendientes. Si ni siquiera somos capaces de respetar nuestro hábitat, de preservar aquello de donde venimos, y aquello donde vamos, no somos civilizados.
     Decimos de los africanos incivilizados por no vestir ropas, mientras que no comprendemos, que las nuestras son ellos quienes las producen, y que las materias primas necesarias para confeccionarlas, son extraídas de una naturaleza maltrecha que acabará muriendo, y con ella, nosotros mismos. En América se explotó a la población indígena y se les obligó a adoptar nuestras creencias, y cuando se revelaron, cansados de su esclavitud, declaramos la guerra en nombre de la paz. Aún hoy, los europeos que se trasladaron a América del norte y crearon EEUU, cuando oyen hablar del sur de su propio continente, muestran una mueca de superioridad y desprecian sus costumbres como inferiores.
     Hace ya tiempo que perdimos nuestra condición humana y nos acomodamos en un mundo que no está hecho para acomodarse. Unos mueren para que otros puedan vivir por encima de sus posibilidades, y a esto, pretenden que le llamemos civilización. A esto, le llamo egoísmo. Hablamos de la civilización para ocupar otras tierras en las que se nos produzcan de formas más rentables nuestros productos, y tenemos la desfachatez de creer que hacemos un favor a sus gentes aportándoles un trabajo y un salario con el que vivir, cuando realmente se les explota, y es mínima, irrisoria, la cantidad que aperciben como salario. Este es el mundo del egoísmo, de la hipocresía, del eurocentrismo, es el mundo de la vergüenza.
     Invito a recapacitar a todas y cada una de las personas de este mundo, acerca de la naturaleza humana. El hombre no nació para ver la televisión, vestir ropas nuevas cada cierto período de tiempo y conducir automóviles caros. Lo humano se perdió en el tiempo para dar paso a lo tecnológico.
     Vivimos en la sociedad incivilizada, que en nombre de la civilización, obligó a convertirse a gentes que aún respondían a la naturaleza del hombre. Aunque ellos debieran aprender algunos de nuestros avances tecnológicos, somos nosotros los que debiéramos prestar atención a sus modos de vida, que sin duda, son más respetuosos con la naturaleza humana, que indudablemente, no corresponde a la violencia en pro del interés económico. ¿Para qué vestir si no tenemos frío? ¿Para qué comer si no tenemos hambre? ¿Por qué matar a un animal si no vamos a comerlo? ¿Por qué atacar a nuestros vecinos? Olvidamos que somos naturaleza, formamos parte de ella, y no nos pertenece.
     Seguimos cometiendo errores, basando la vida en intereses, convirtiendo en privado lo natural. No es en absoluto razonable ver como se privatiza el consumo de agua, algo natural e incontrolado que cae del cielo sin más, que se encuentra en lagos, mares y ríos. No es razonable consentir la riqueza extrema y la pobreza absoluta. No es razonable declarar guerras por intereses económicos, y tampoco religiosos. No es razonable cerrar las fronteras de un mundo común a gentes como nosotros por pequeñas diferencias físicas. No somos razonables. No somos civilizados. Declaro, en nombre de la civilización, la guerra a nosotros mismos.

1 comentario:

  1. Yo creo que los objetivos que perseguían los europeos a la hora de ocupar dichos territorios eran económicos(por ejemplo: extracción de materias primas) y lo justificaban con la idea de "vamos a civilizar a los nativos", como si estuvieran haciendo un bien, y lo malo es que esa idea todavía persiste, por ejemplo: cuando yo iba a la escuela mi maestro decía que le hicimos mucho bien a los americanos: les enseñamos, los pusimos al día ect, vamos que les ayudamos a evolucionar, o cuando hable con un chico de México alababa a España y nos daba las gracias por todo lo que habíamos hecho por ellos... Sin duda no son conscientes del mal que le hicieron los españoles, acabando con las culturas originarias de allí e imponiendoles la nuestra. Puedes lee: cultura survival, la declaración de Malinowsky contra el día de la Hispanidad.

    En teoria ninguna cultura es superior a otra, pero si es verdad que todas las culturas son etnocentricas, es decir creen que su modo de pensar, actuar es mejor que el de cualquier otra cultura,esto no hace daño a otra cultura si no se lleva al extremo, y si la que actúa no cuenta con superioridad tecnológica y maldad, en el caso afirmativo acabara con las que se encuentre: etnocidio; se perderá así un rico patrimonio de la humanidad.

    Todo es de todos, y la existencia de la propiedad privada debe tener un limite, que creo esta sociedad ha sobrepasado

    Me ha gustado mucho tu entrada, es un tema que me interesa :)

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