viernes, 29 de abril de 2011

Filosofía y Política

Bertrand Russell nos ofrece, en su texto homónimo, ejemplos en los que se observa claramente, no sólo la influencia, sino lo determinante que resulta una filosofía para la política, y por consiguiente, en el sistema político de un estado. Es obvio que toda política está basada en una ideología determinada, y dicha ideología a su vez, ha de estar sustentada por una filosofía en particular. Pueden mencionarse ejemplos como la influencia de Aquino en la Iglesia Católica, de Marx en la antigua URSS.,  Locke en la Revolución Francesa, y otros más dudosos como Hegel en el nazismo. Con esto, se entiende que dependiendo del modo de pensar de cada autor, así será su filosofía, la cual, si es aceptada, puede determinar el rumbo de un estado e incluso de varios de ellos, siendo pues la filosofía un arma política. Es ya común que los políticos hagan uso de diferentes filosofías para tratar de persuadir a aquellos que no piensan de la misma manera que ellos, siempre de forma dogmática, y por tanto, no aceptando posibles rectificaciones. Puede ser un claro ejemplo de ello, que la derecha base sus políticas en asuntos económicos, mientras que la izquierda las basa en asuntos sociales.
El gran problema de la filosofía y la política, es sin duda el dogmatismo, el cual llevó a Platón a desprestigiar a Demócrito hasta el punto en que pudiese ordenar la quema de sus libros. Con todo esto, Russell pretende exponernos diferentes ejemplos de influencia filosófica en política, la cual ha llevado a los más terribles despotismos, pero también a las democracias más liberales.
Fijándonos más en el liberalismo de Locke, Russell señala que el empirismo tiene mucho que ver en este modelo de sistema, lo cual explica añadiendo que los pueblos que antes comenzaron a comerciar con extranjeros, son los primeros que adoptaron posturas más liberales, y es que cuando se conocen lugares hasta entonces desconocidos, gentes y culturas totalmente distintas, y pensamientos variados; pueden contrastarse todos nuestros pensamientos, de modo en que comprendemos rápidamente que podemos estar equivocados, e incluso podemos encontrar modelos insólitos que parezcan más validos que el propio. Por otra parte, se nos explica que el propósito liberal está basado en la filosofía del “vive-y-deja-vivir”, la cual está basada a su vez en la tolerancia y la libertad. Añadimos además que el liberalismo debe estar libre de fanatismo y debe guardarse un orden público. Se nos advierte de la misma manera, que el liberalismo puede también ser fanático, y tenemos prueba de ello en la Revolución Francesa, en la que se dejaron de lado los ideales liberales para dar paso a la violencia descontrolada; el régimen cubano de Fidel Castro, en el que se ha coartado la libertad del ser humano; o la dictadura de Stalin en la antigua URSS. Todos estos ejemplos demuestran que incluso una ideología de izquierdas es capaz de ser llevada al extremo en que la libertad del hombre se vea reducida, a pesar de que la consecución de la libertad sea el fin último de dicha ideología. El problema de cualquier ideología, es el de que cuando se pretende conseguir una mejora para el mundo, se hace sin tener en cuenta a los de otras ideologías, y lo que es peor, dañando a aquellos que no mantengan su mismo pensamiento. De esta manera, quiero decir que cuando un partido de izquierdas, por ejemplo, pretende conseguir la libertad para sus ciudadanos, carga contra los derechistas coartándoles precisamente su libertad, por lo que realmente quiere conseguir, es la libertad de sus seguidores, pero no la de la población en general. En este y en otros casos, el problema es claramente el dogmatismo que se utiliza para la consecución de todos los fines, y el cual debe ser desechado e intercambiado por ideas más innovadoras, respetuosas y tolerantes, que no sean impuestas, sino ofrecidas y aprobadas en consenso por todo aquel que desee contribuir a la mejora de la vida del ser humano.
Me siento obligado a citar las siguientes palabras de Russell, las cuales deben hacer pensar a más de un político actual, y en general a todo ser humano con convicciones políticas determinadas: “el verdadero li­beral no dice “esto es cierto”; dice “me siento inclinado a pensar que, en las condiciones actuales, esta opinión es probablemente la mejor”. Durante esta pequeña, pero interesante cita, este autor es capaz de hacernos reflexionar hasta el punto en que aceptemos nuestra propia ignorancia, algo en lo que sin duda se ve una clara influencia socrática. Dice claramente que debemos comprender que nuestra opinión o ideología no tiene porqué ser la correcta, y en el caso en que fuese la adecuada para los tiempos actuales, podría no ser válida para un futuro, por lo que debería ser modificada o eliminada para dejar paso a nuevas ideas y pensamientos acordes con los nuevos tiempos.
Cito de nuevo a Russell cuando nos expone que “La esencia de la perspectiva liberal reside, no en qué opi­niones se sostienen, sino en cómo se las sostiene: en lugar de ser afirmadas dogmáticamente, son sostenidas tentativamen­te y con conciencia de que nuevas evidencias pueden en cual­quier momento obligar a abandonarlas”. Nuevamente, entendemos que el verdadero liberal sabe que no es poseedor de la verdad absoluta, que sus teorías son temporales y sólo posibles, y que en cualquier momento puede aparecer otra teoría de mayor calidad o un sistema de mayor efectividad que desautorice completamente al anterior. Debe hacerse hincapié también en el cómo se sostiene una opinión, es decir, que a pesar de que un verdadero liberal estuviese equivocado, sabría rectificar con facilidad en el caso en que alguien refutase sus teorías, ya que el liberal no las sostiene dogmáticamente, sino tentativamente, es decir, a sabiendas de que pueden ser refutadas en cualquier momento. Además, Russell concluía su texto diciendo que sólo debe aceptarse como válido el liberalismo empirista, el cual exige pruebas para sus creencias y busca la felicidad humana por encima del interés partidista o ideológico. Advierte también a los estados en los que la democracia es el sistema actual, que deben olvidar diferenciaciones entre derecha e izquierda, y deben pues hacer uso del valor de la libertad y la tolerancia para preservar un futuro que podría ir encaminado al desastre sin estos valores básicos.
Una vez releído y analizado el texto de Russell, cabe una única interpretación en la que se ve claramente un criticismo, tanto con la filosofía como con la política, en el que se advierte de que la filosofía puede utilizarse, y se utiliza en muchos casos, como un arma política, la cual puede llegar incluso a persuadir de maneras insospechadas a cualquier ser humano de no demasiada estabilidad ideológica. Es necesario además, comprender que esto puede resultar peligroso, y como ya se ha visto en diferentes casos antes mencionados, la filosofía ha tenido aplicaciones en contra de sí misma, y lo que es aún más grave, en contra de la humanidad. Quiero referirme a que continuamente unos filósofos cargan contra otros de modo en que pueden llegar a hacer desaparecer todos los pensamientos de su rival, algo que sin duda jamás debería ocurrir si realmente deseamos vivir en un mundo liberal en el que todo pensamiento tenga cabida. A esto, debe añadírsele además, que en defensa del empirismo, es completamente necesario el conocimiento de toda teoría filosófica existente para que futuros filósofos puedan corregir y mejorar los pensamientos, de modo en que eviten los errores antiguos. En la otra parte, se observa el ataque de la filosofía a la propia humanidad, y es que en sus casos más dogmáticos y extremos, la filosofía resulta increíblemente peligrosa en tanto que persuade a diferentes personas a llevar a cabo ciertos actos inmorales, actos que han provocado masacres y holocaustos como el judío durante el nazismo, que no olvidemos, estaba basado en una filosofía particular, aunque este caso es difícil de definir, ya que no está del todo claro si fue influido por las ideas hegelianas, o como otros dicen, de una manipulación de los textos de Nietzsche por parte de la hermana de Hitler, algo que puede resultar sorprendente, porque si de algo se caracteriza este autor, es de ser todo lo contrario al dictador. Cuando Hitler cometió todas las atrocidades mundialmente conocidas, se basaba en un dogma del que no buscó base científica, y si la buscó, lo hizo de manera errónea. En la aceptación del dogma, Hitler pretendía lograr un imperio envidiable en el que los seres humanos fuesen perfectos, impidiendo así el paso a modos más razonables y morales que son fruto del pensamiento distendido y el cuestionamiento y duda continuos, algo que sin duda el dogma no admite. Además de esto, debe tenerse también en cuenta, que este dictador no pretendía la felicidad para el hombre, sino su propia felicidad y la de los alemanes, pasando por encima de quien fuese necesario para conseguirlo, algo que pone en cuestión la inclusión del termino socialista en su autodefinición ideológica, ya que si alguno ha de ser el fin último del socialismo, es la felicidad de todos los ciudadanos, y no sólo de un grupo de ellos creando diferenciaciones y desigualdades sociales.
Cuando hablamos de filosofía dogmática, ha de entenderse toda aquella filosofía, planteamiento o teoría filosófica, que se crea definitiva y totalmente veraz. Una postura dogmática es aquella que se sigue de un dogma, es decir, de una imposición, algo que debe hacerse de tal manera porque así alguien lo ha dicho, sin aceptación de modificaciones o reproches. Es obvia, por tanto, la relación entre una filosofía dogmática y una política derechista o conservadora, aunque no siempre sucede de esta manera. Existen también casos dogmáticos en políticas izquierdistas, y es que el problema no es la ideología determinada, sino su nivel de radicalización, o mejor dicho, extremización. Quiero referirme con esto a que cualquier filosofía dogmática, y por consiguiente, toda política dogmática, es inválida y poco, por no decir nada aconsejable, para un mundo que pretende fijarse como liberal. Debe entenderse que no sólo las dictaduras y los gobiernos conservadores son responsables de posturas dogmáticas y rivalidades que pueden resultar peligrosas, sino que también existen gobiernos de ideologías izquierdistas, que a pesar de seguir un camino aparentemente liberal, terminan en un dogma incluso más fuerte que el de una ideología derechista. Esto es visible hoy en las diferentes tribus urbanas que pueden observarse en nuestras calles, y es que existen radicales de ambas corrientes ideológicas, si es que realmente existen sólo dos como pretenden hacernos ver. Por un lado, los extremistas de derechas se dedican a infligir daño físico sobre todo aquello que no les parece correcto, o como suele decirse, contra los infieles a su política. En este caso, los derechistas podrían cargar de forma xenófoba o sexista, algo que critican sus rivales, los extremistas de izquierdas, pero ojo, ya que estos también llevan hasta el extremo su ideología izquierdista, convirtiéndola nuevamente en un dogma. Bajo un manto de ignorancia, los que se hacen llamar liberales, hacen uso de los métodos de la política contraria para persuadir a sus rivales, y no es otro método que el de la violencia, visto ya durante la Revolución Francesa o cualquier Guerra Civil. Quisiera dejar claro que cualquier extremo, sea de la ideología que sea, es dogmático, y por tanto, no liberal.
Tratando otro de los temas propuestos por Russell, los gobiernos actuales deberían ocuparse en mayor medida de la felicidad humana, pero cuando hablamos de felicidad humana, queremos referirnos a la felicidad de todo ser humano sobre la faz de la tierra, y no a la felicidad de cada político o su familia. Dice claramente Russell a lo largo de sus líneas, que los políticos deben encargarse del progreso del mundo, y menos de que su partido o su persona ocupe un cargo de importancia por el que ser remunerado, a lo que yo añado, que el verdadero político debe trabajar por y para los ciudadanos, y no para guardarse un puesto en el que ser remunerado, y mucho menos, utilizar la corrupción para su propio enriquecimiento.
Es totalmente necesario, y comparto esta postura con Russell, que dejemos a un lado las rivalidades ideológicas y los dogmas, ya que pueden llevar a guerras futuras que podrían poner en peligro a la propia raza humana, que últimamente, ha dedicado mas tiempo y esfuerzo en la mejora de la tecnología, y dentro de ella a las armas de destrucción masiva entre otras, que a la mejora de la moral de la humanidad. Los dogmas deben ser abandonados porque todo aquello que se impone lleva al fanatismo de sus seguidores, y con el fanatismo a la violencia incontrolada. Los dogmas, al igual que cualquier otra política, pueden estar equivocados, tanto en su contenido como su planteamiento, y nadie puede asegurar su validez, al igual que nadie demuestra su razón, que puede ser fácilmente cuestionada por la falta de pruebas científicas. Debe dejarse paso al liberalismo empirista, que poco tiene que ver con ninguna de las políticas actuales, las cuales están más interesadas, como ya antes he dicho, en las mejoras tecnológicas y en situarse a la cabeza del mundo, económicamente hablando. La despreocupación por la educación y los problemas mundiales va en aumento mientras atravesamos una crisis económica ocasionada, precisamente, por esta misma despreocupación. Todos los partidos políticos, liberados de cualquier dogma, deben defender la libertad como principio fundamental de la raza humana, o en palabras de Russell, “que no se disculpen tímidamente ante los dogmatismos de derecha e izquierda, sino que se sientan hondamente persuadidas del valor de la libertad, de la in­dependencia científica y la tolerancia mutua”, y es que es la libertad la que nos hace hombres. Pero ha de dejarse claro que libertad no significa hacer lo que se quiera, sino hacer lo que se quiera siempre que no se lleve a cabo ningún daño a nuestros semejantes. La libertad requiere responsabilidad, una responsabilidad que sea capaz de hacerse cargo de todos nuestros errores y sepa corregir tales fallos, y a su vez, esta responsabilidad necesita de una correcta educación en la que se hayan forjado los valores morales necesarios. Es aquí donde nuevamente aparece un problema dogmático, y es en que educación facilitar a la población, ya que esta puede resultar dogmática en el momento en que se enseñe algo y se sostenga que es así porque alguien así lo ha fijado. Bajo mi humilde opinión, la educación debe encaminar a los seres humanos hacia el camino del respeto y la tolerancia, y sobre todo a valorar la libertad como su bien más preciado, pero debe hacerse de manera en que demos a elegir a cualquier estudiante que ideología desea seguir, y no imponiendo una previamente establecida por el gobierno en el poder. Por esto, es muy necesaria la elaboración de una ley educativa aprobada por todos los partidos existentes que no sea objeto de continuos desmantelamientos en cuando los gobiernos cambien su signo político.
Nuevamente haré uso de la postura de Russell que comparto, y es que en un futuro, no deberían existir diferentes ideologías que diesen lugar a posibles discusiones y conflictos armados. Debe dársele importancia al simple hecho de facilitarnos la vida unos a otros y buscar siempre la felicidad de los seres humanos cuando puedan regirse las líneas a seguir por cada gobierno, o en palabras de Russell, “el liberalismo empirista, (…) por un lado, exige ciertas pruebas científicas para sus creencias, y, por el otro, desea la felicidad humana más que el predominio de tal o cual partido o credo”.
Ha de tenerse en cuenta, que para llevar a cabo políticas liberales, debe hacerse uso de los dogmas para su elaboración, y quizás de ciertos sacrificios para que después pueda vivirse plácidamente. En cuanto a esto, Russell aportaba varios ejemplos, podemos decir que es bueno, por ejemplo, guardar comida durante el verano a pesar de que debamos comer menor cantidad, para que en el invierno, que no habrá cosechas, tengamos algo que comer. La dificultad de este tema es cuando lleva a mayores extremos, y es que, por ejemplo en política marxista, Marx pretendía aplicar diferentes dogmas para la consecución de un sistema político eficaz, como la dictadura del proletariado, que nuevamente es inmoral y no igualitaria para todos los ciudadanos. El gran problema de los dogmas para la consecución de sistemas políticos, es que no sabemos a ciencia cierta si el fin de ese sistema será el correcto o funcionará realmente, por lo que es altamente peligroso realizar ciertos esfuerzos en el cumplimiento de unos dogmas para que después, no den los frutos esperados. Debemos también considerar que a ser posible, deben utilizarse métodos más inteligentes, los cuales impiden los dogmas, que al pretender dar las cosas cerradas y terminadas, no permiten la elaboración de otras nuevas. Aún así, si los dogmas que van a utilizarse, pueden, y ha sido comprobado, llegar a facilitar en un futuro la existencia del hombre, no sería incorrecta su aceptación, pero siempre guardando la distancia necesaria en que se permitiera dudar de dichos dogmas en el caso de que se comprobara que no son correctos o no conseguirán el cometido deseado.
Finalmente, me uno a Russell en la defensa del empirismo, y es que la filosofía, y en conclusión también la política, deben hacer uso de la experiencia para poder elaborar nuevas teorías y sistemas válidos que han mejorado errores pasados. El empirismo, en su afán de mirar al pasado para entender el presente y el futuro, facilita a los filósofos la elaboración de nuevas ideologías que después serán utilizadas por los políticos, y es que si algo debe tenerse en cuenta para la elaboración de nuevos pensamientos, son los errores que se cometieron en el pasado, intentando por todos los medios, que no vuelvan a producirse, perfeccionando cada vez más el pensamiento humano, y por tanto, los sistemas de cada uno de los estados del mundo, que al fin y al cabo, deberían terminar uniéndose en uno mismo, ya que la única raza existente es la de los seres humanos, y todos nosotros deseamos lo mismo, que es vivir en paz.

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