miércoles, 30 de marzo de 2011

Razonamiento de existencia

       Es posible que ya alguien lo haya dicho o escrito, pero como no pretendo creerme en la verdad ni ser original, daré a continuación unos simples argumentos contra la dubitabilidad de la existencia. Este autor nos invitaba a la duda en cuanto que todo lo que vivimos y percibimos pudiese ser un sueño, es decir, que todo cuanto hemos vivido, vivimos y viviremos no es real y no es más que el fruto de un sueño que quizás algún día deba terminar. Aseguraba también que no había forma alguna de saber a ciencia cierta si estábamos o no soñando, poniendo en tela de juicio toda la realidad que ya se daba por sentada. Permitan que discrepe, ya que sí existe una forma con la que diferenciar el sueño de la vida real.
      Alguna vez he asegurado que el ser humano, en su condición racional, es capaz de conocer todo cuanto se proponga mediante el descubrimiento de lo que realmente desee descubrir. Dejen que me explique, y es que las respuestas a todas nuestras preguntas se albergan en lo más profundo de nuestras mentes. El problema es que no queremos descubrirlas realmente, ya que algunas de ellas podrían trastornar gravemente el transcurso normal de nuestras vidas, e incluso dar un giro completo a toda la concepción filosófica actual. Quiero decir que el hombre es capaz de descubrir si realmente se lo propone, elimina su innato miedo a lo desconocido, y está dispuesto a conocer posibilidades diferentes o remotas. Toda explicación posible a todos los problemas, sean de la índole que sean. Dicho esto, mi posible solución a uno de los niveles de la duda cartesiana es una muestra de lo que anteriormente he comentado, y es que es algo simple que cualquiera podría descubrir con sólo eliminar las barreras que nosotros mismos nos ponemos al creer que las respuestas son más difíciles de lo que realmente son, o que un simple ciudadano de a pie no puede llegar a resolver problemas mundiales, algo sin duda absurdo.
      Mi posible solución es sencilla: no hay más que analizar grosso modo nuestros sueños y, rápidamente, nos daremos cuenta de que en todos ellos aparecemos de forma inmediata, sin saber de dónde venimos ni qué hacemos ahí. Cuando soñamos aparecemos de forma inexplicable ante una escena, pero no recordamos qué hemos hecho antes ni cómo hemos llegado a este lugar. Creo que estarán más o menos de acuerdo en que esto no sucede en la vida real y que, cuando despertamos, sabemos perfectamente cómo hemos llegado donde estamos, es más, podemos hacer memoria lo suficiente como para encadenar toda nuestra vida. Sé que algunos dirán que hay un momento en que tu memoria no alcanza tanto como para recordar qué pasó antes, pero, ¿acaso negarán que sus padres tengan evidencias de cuando eran más jóvenes, o que cuenten anécdotas de sus primeros años de vida?
     Quizás algunos puedan intentar rebatir mis argumentos diciendo que ellos también forman parte del sueño, pero no hay más que darse cuenta de que estás pensando, analizando de forma compleja y abstracta, y esto imposible dentro de un sueño, porque en éstos las funciones cerebrales se reducen para el descanso, que es la verdadera función del sueño, limitándose a crear, algunas veces, situaciones para mejorar este descanso o hacerlo más placentero, dejando aparte, claro está, las pesadillas, que no son más que temores de cada sujeto. Por esto, y teniendo en cuenta que el cerebro "se desactiva" casi en su totalidad durante el sueño, es totalmente imposible que dentro de uno de ellos podamos estar razonando de forma tan compleja y abstracta. Y si lo prefieren, leyendo al propio Descartes podemos hacer uso de su Cogito ergo sum, de que no podemos dudar de que estamos dudando y por tanto pensamos, lo que nos lleva de nuevo a la existencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario